viernes, 11 de noviembre de 2011

Delincuencia desorganizada

La delincuencia organizada nace de otra delincuencia: de la que sometió, de la que no supo cumplir su misión.
Cuando alguien se hace delincuente no lo hace por que nació determinado a ello sino porque el sistema y condiciones de cosas lo llevó a esa situación nada agradable. En un mundo de pocas oportunidades y malos proyectos económicos, el ciudadano común opta por lo fácil, por lo inmediato, por aquello que le reditúe ganancias prontas para satisfacer sus prioridades básicas y la de su familia y si la piratería vende, eso vende y si alguien le propone vender droga, eso hace. Si un campesino no vende a un precio justo sus cosechas alimenticias prefiere vender su tierra a concorsios y monopolios, a los nuevos latifundistas o sembrar secretamente marihuana o amapola y retar al poder y situarse como poder mismo. Pero ya no hay campesinos como tales sino caricaturas de esa bella profesión, los actuales no lo son. Los que poseen la tierra la devastan con sus agroquímicos, con artificios. Con monocultivos como es el caso de la zona donde vivo, toda ella es aguacatera, se han devastado zonas de pino para la siembra de aguagate, fruto rico y nutritivo, por supuesto, pero sus plantaciones devastan los mantos acuíferos, sólo absorven como vampiros y los pinos mantienen los mantos, llaman al agua, pero como los pinos no son redituables por ahora, la opción es tumbarlos y sembrar aguacate. Debería haber un equilibrio y no lo hay por el obvio desequilibrio mental de los dueños de las plantaciones. Criminales de la tierra que a su vez por sus ganancias millonarias atraen a otros criminales parasitarios quienes les venden protección y cobran cuotas por cada camión que salga de la región, ya que ellos son los dueños del bloc de guías para dicha transportación del oro verde.

El hambre humana nos provee de talentos para carecerla. Unos elegimos un camino dificil que nuestra dignidad nos dicta otros elegimos un camino fácil en el crimen que nos hace indignos. Un cortador de aguacate (cuando es temporada) gana entre $100 y $120 pesos al día pero el crimen organizado le ofrece más ¿y por qué salario opta? Acertó querido lector. Muchos aceptan por coerción o amenaza o porque fuera de temporada no hay trabajo y ahí se inician muchos, los sin trabajo. Los no beneficiados de ningún proyecto económico inteligente del gobierno mexicano ¿y por qué? porque no hay gobierno inteligente al servicio del gobernado (fea palabra), la poca inteligencia que posee la usa para buscar mecanismos de robo, de ocultamiento, de soborno, de corrupción porque en esencia eso es la suma de los que participan en la estructura que da forma a ese gobierno en turno.

Todo criminal nace por la carencia de algo específico llamado equidad, justicia, provisión.

Imagine usted querida y querido lector a un niño desamparado de tres años cuya madre soltera falleció de sobredosis o hambre en cualquier callejón; él, hambriento también y enfermo por aspirar también la estopa mojada deambula sin sentido ni dirección y su hambre lo lleva a los tiraderos de los mercados y come la inmundicia, las sobras, las sobritas tan exquisitas, tan de nadie, tan de todos... y cuando se asoma al interior de ese mercado ve a gente deambulando con sus bolsas adquiriendo esto y lo otro a cambio de algo que sacan de sus bolsillos y que llaman dinero, un papel impreso con rostros de héroes casi todos ellos caídos a manos de otro que también llamaron héroe. Hidalgos, Morelos, Zapatas, Benitos Juárez, haciendo valer esos papelillos para mercar. Esos rostros parecen darle validez, ahora le han dado la oportunidad a Diego Rivera y su inseparable Kalho, mañana se la darán a Chespirito o a Viruta y Capulina y quizá en el 2020 se la den a Genaro Vazques o a Lucio Cabañas o al mismísimo Ché Guevara porque a Cristo quizá no, se meterían en problemas con aquello de la laicidad y mejor no, nel Nelson Ned. Así, el chico se acerca y ve las montañas de manzanas, de peras, melones, sandías, bateas llenas de nopales picados con jitomate, cilantro, cebolla y más ricuras, montañas y más montañas de aquello que su estomaguito anhelaría tener en toda su extensa cavidad, en todo aquel vacío repleto de nada o de inmundicia o de lombrices que no alimentan sino que debilitan. Y el chico extiende la mano solicitando algo y sólo recibe indiferencia, sólo la nada sobre la nada. Entonces su hambre mayor le dicta extender la mano y tomar uno de aquellos frutos de la extensa montaña y aquella se desploma y el dependiente, el frutero irritado le propina golpes y ofensas y aquel sólo atina ya sea a llorar o a salir corriendo. La próxima vez será más cauto, tomará la fruta de la caja que está a su altura y saldrá corriendo con aquella presa ansiada para saciar sus apetitos y ya seguro en un rincón de este mundo oscuro se deleitará con aquel manjar y ténganlo por seguro que si ve a otro chico en idénticas condiciones a él mirándolo comer, él le compartirá porque sabe lo que se siente carecer y ya medio saciados, ambos deciden ir por la segunda, tercera, cuarta y quinta fruta actuando con mayor sigilio y astucia: uno distraerá al dependiente mientras el otro ataca sin misericordia contra aquel que le golpease inmisericorde y le extrae, se auto indemniza con aquellos frutos que en complicidad y a dúo con el otro disfrutarán y así, irán uniéndose a otros desvalidos, a otros marginados, a otros hijos de la nada mexicana, la llamada chingada, la patria violada, la maldecida, la escupida en todos nuestros rostros. Los hijos de la Chingada. Así, el hambre se organiza y van contra los que golpearon, contra los que les negaron la pequeña fruta, el pequeño apoyo, van sin amor contra los sin amor. van despiadadamente y no les importa descuartizar indolentemente, ni secuestrar (al verdulero, al industrial, al banquero, a cualquier vecino común y corriente, aquellos que se rieron de él y que le ofendieron con su indiferencia), al contrario lo harán con gozo, con risa y si los atrapan y están frente a las cámaras de televisión de los indignados televidentes, ellos seguirán retando con su mirada a la patria puta que los parió en esta tierra.

Así se han ido construyendo los ciudadanos que ahora llaman delincuentes, este es sólo un ejemplo inocente y burdo de mi imaginación, los hay más crueles y terribles. El semillero del supuesto mal no es otro que el mal que poseemos todos los que negamos amor al otro, los que le negamos nuestra solidaridad y apoyo, una´pequeña oportunidad.

Así pues, la delincuencia organizada no es otra que la hija bastarda de los criminales desorganizados de traje y corbatín, los siempre perfumados y bien rasurados casi todos licenciados con licencia criminal, quienes pudiendo crear proyectos económicos y educativos no lo han hecho porque también son hijos de hambres antiguas, hijos de corrupciones heredadas desde la conquista, hijos de votos falsos, hijos de una madre que solloza desde el prostíbulo que le montaron sus hijos y conquistadores, hijos verdaderos de la Chingada.

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